PRIMERA PARTE:LA REFORMA JULIANA
La palabra latina “Calenda” significa “el primer día de cada mes”; de ella deriva nuestra palabra “Calendario”. Nuestro calendario actual procede del antiguo calendario romano. Desde mucho tiempo antes de la civilización romana, ya se sabía que los días y las estaciones del año se repiten cada 365 días, tiempo al que llamamos “un año”. El calendario que estaba vigente en el año 46 antes de Cristo repartía los 365 días del año entre estos diez meses:
Ianuarius. ENERO, para nosotros. Debe su nombre a que en él se celebraba la festividad del dios Jano.
Februarius. FEBRERO. En este mes, se celebraba la festividad del dios Februus, más conocido como Plutón.
Martius. MARZO. Se veneraba al dios Marte.
Aprilis. ABRIL. Se cree que su nombre deriva del verbo latino “Aperire” (abrir), porque en este mes se abren las flores.
Maius. MAYO. Se cree que el nombre es debido a que en él se veneraba el recuerdo de los “Maiores” (los antepasados)
Junius. JUNIO. Se celebraba la festividad de la diosa Juno (o Iuno), protectora de las mujeres.
September. SEPTIEMBRE. El séptimo mes.
October. OCTUBRE. El octavo mes.
November. NOVIEMBRE. El noveno mes.
December. DICIEMBRE. El décimo mes.
Hacia el año 46 antes de Cristo, los ciudadanos romanos venían observando que a lo largo de las últimas generaciones, se iba retrasando cada vez más el comienzo de las estaciones del año. El Dictador de Roma, Julio César, consultó a los matemáticos y astrónomos de Alejandría para que le resolvieran ese problema. Esta última ciudad, con su famosa Biblioteca, era el centro del saber más avanzado de su época.
Y los astrónomos alejandrinos estuvieron a la altura de las circunstancias. Tenían que medir con extraordinaria precisión la posición de la Tierra con respecto a ciertas estrellas, aunque entonces no disponían de telescopios ni de ninguna clase de aparatos ópticos. Usando un instrumental muy rudimentario, que consistía básicamente en instalar reglas rectas de madera sobre unos trípodes, que giraban sobre cuadrantes para poder medir ángulos, lograron averiguar la causa del problema y su solución.
Recordemos que un día (24 horas) es el tiempo que necesita la Tierra para dar una vuelta completa sobre su propio eje. Y que un año es el tiempo que necesita la Tierra para dar una vuelta completa alrededor del Sol. Si ese tiempo fuera de 365 días exactos, todos los años serían iguales y no habría problemas. Pero el tiempo que emplea la Tierra en dar una vuelta completa alrededor del Sol, como los astrónomos de Alejandría averiguaron, es en realidad de 365 días y 6 horas.
O sea que cada 4 años, no han transcurrido exactamente 4 x 365 días, sino 4 x 365 + 1 días. Este día extra había transcurrido, pero no había sido registrado en el calendario oficial, de modo que al cabo de cuatro años, el día que llamamos (oficialmente) “1 de enero”, en realidad era ya el “2 de enero”. De igual modo, en ese cuarto año, el día 21 de marzo (del calendario oficial), ya era (realmente) el 22 de marzo. Como vemos, cada 4 años avanza un día más el tiempo real que el tiempo oficial, con lo que el comienzo oficial de las estaciones se va atrasando. Puede parecer poco, pero al cabo de un siglo, el desfase acumulado es ya de 25 días, lo que se nota mucho. Y este calendario estaba en vigor desde bastante tiempo antes.
La solución que propusieron los matemáticos alejandrinos fue:
1ª.- Ajustar el calendario oficial al calendario real. Para ello, había que añadir al calendario oficial de ese año, todos los días que faltaban. Por esa razón, el año 46 a. C. fue el más largo de toda la historia, porque tuvo ¡455 días!
2º.- Evitar este desajuste en lo sucesivo. La solución es intercalar un día repetido (bis) cada 4 años. Se acordó intercalar, en los años múltiplos de 4, un día “repetido, el sexto día antes del comienzo de marzo”, (en latín “bis sextus dies ante calendas martii”). Al unir las dos palabras subrayadas, vemos el origen de la palabra “bisiesto”. Esta reforma se llamó “Reforma Juliana”, y el calendario reformado, “Calendario Juliano”. La prueba de que era un buen calendario es que se mantuvo en vigor, sin ningún cambio, durante los siguientes 1.628 años.
JULIO CÉSAR
En el año 44 antes de Cristo, en un arranque de soberbia, Julio César permitió que se le dedicara una estatua con la inscripción “Deo invicto” (“al Dios invencible”, en latín). Curiosamente, en ese mismo año murió asesinado a puñaladas en el foro de Roma. Sus partidarios, entre los que destacaban Marco Antonio y Octavio Augusto, sobrino de César, vengaron su muerte e impusieron que, puesto que Julio César se había proclamado un dios, y además había reformado el calendario, se redistribuyeran los días del año y se le diera su nombre a un nuevo mes, que comenzaría a continuación del de Junius. Con esto, ya se tenía un calendario de 11 meses.
Pero a continuación se desencadenó una feroz guerra civil entre los partidarios de Marco Antonio y los de Octavio Augusto, que ganó este último, siendo nombrado Emperador por primera vez en la historia de Roma. Además, dispuso que este cargo fuera hereditario, lo que naturalmente, fue muy del agrado de su familia.
En otro ataque de soberbia, Augusto había permitido que se le dedicara a su persona un templo en Pérgamo (es decir, que se autoproclamó un nuevo dios). A su muerte, su agradecido sobrino y heredero, Tiberio, le dedicó otro mes, a continuación del de Julio, y decretó que en lo sucesivo, ya no podría haber nuevos meses del calendario. Ahora, si usted vuelve a leer la relación de los 10 meses romanos que hemos visto al principio, pero coloca los dos meses “nuevos” de Julio y Augusto, tras el de “Junius”, ¿le suena el resultado?
Aún quedaban algunas pequeñas diferencias con el calendario actual. Los romanos comenzaban a contar los años de su calendario desde la fundación de Roma, en el 753 antes de Cristo. O sea, que según su cómputo, estamos en el año 2022 + 753 = 2775. Pero nosotros contamos los años a partir del nacimiento de Cristo. Los años anteriores se nombran como “antes de Cristo”, abreviadamente “a. C.”, y los posteriores, “después de Cristo”, abreviadamente “d. C.”
Curiosamente, los ingleses son mucho más respetuosos con el idioma latino que nosotros mismos. Aunque para nombrar los años anteriores al nacimiento de Cristo, dicen “b. C.” (iniciales de “before Christ”, “antes de Cristo), sin embargo, para los años posteriores se dice “A.D.” (abreviatura de “Anno Domini”, año del Señor). Algo parecido ocurre para nombrar las horas. Por ejemplo, las 11 de la mañana se escribe en inglés “11 a. m.” (iniciales de “ante meridiem”, o sea, “antes del mediodía”). Las 5 de la tarde se escribe “5 p. m.”, (“post meridiem”, es decir, “después del mediodía”).
En la segunda parte, les contaremos algún detalle más sobre nuestro calendario. Pero antes,
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