EL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES DE HÍJAR (Segunda parte).-
Comentaremos ahora lo poco que se conserva del primitivo Convento, aquél que se construyó en 1524 y que se demolió en 1902, y del que ya no quedan ni sus ruinas. Contenía algunas Obras de Arte muy importantes, todas ya perdidas, excepto quizá solo una. Se sabe con seguridad que contenía el magnífico sepulcro de su fundador, Don Luis Fernández de Híjar, una extraordinaria Obra Maestra tallada en alabastro.
Aunque fue restaurado, el sepulcro está muy incompleto; sólo queda de él una de sus dos paredes laterales. Por su magnífico aspecto y por su belleza y vistosidad, en 2014 formaba parte de una exposición permanente de Arte Reacentista en el Hotel Alcázar de Sevilla, aunque su propietario era un particular. No sé si aún sigue expuesto allí; pero en la página Web de dicho hotel aparecen varias fotos de su interior, y en algunas de ellas se ve esta magnífica Obra Maestra. Hay que reconocer que aunque este sepulcro fue esculpido para uso funerario, es de tal belleza y perfección, que no desmerece en absoluto, aunque lo veamos fuera de su contexto, con finalidad decorativa.
Esta pared lateral no contiene ninguna inscripción. Es posible que las hubiera en alguna de las otras paredes laterales, no conservadas. Para situar adecuadamente este sepulcro en su época, y conocer por qué, a pesar de no contener ninguna inscripción, se le atribuyó a D. Luis Fernández de Híjar y Ramírez de Arellano, recordemos algunos datos relativos a los Duques y Señores de Híjar:
En 1268, aún no existía el título nobliario de Duque en ninguno de los Reinos de España. El Rey de Aragón Jaime I el Conquistador concedió el título de primer Señor de Híjar a un hijo ilegítimo suyo, que tomó el nombre de Pedro Fernández de Híjar. Se casó con una hija, también ilegítima, del Rey de Navarra, por lo que ambos adoptaron para su estirpe un escudo de armas que contenía la enseña de los Reyes de Aragón (las barras rojas sobre fondo dorado) y la de los Reyes de Navarra (las cadenas sobre fondo rojo), distribuidas en cuatro divisiones , llamadas “cuarteles”.
Dos siglos después, en 1483, el Rey de Aragón Fernando el Católico concedió al VII Señor de Híjar, D. Juan Fernández de Híjar y Cabrera, un título recién creado, que era y sigue siendo el más alto posible para la Nobleza de toda España, el de Duque. En consecuencia, el que ya era VII Señor de Híjar, desde ese momento fue también primer Duque de Híjar, por lo que al escudo de armas tradicional de su familia, le sobrepuso la Corona Ducal. Posteriormente, dicho Rey le otorgó también los Ducados de Aliaga y Lécera.
Sus dos sucesores, los VIII y IX Señores de Híjar, no usaron ninguno de los tres títulos de Duque, ni tampoco la Corona Ducal sobre su escudo. Algunos autores opinan que al ser éste un título nuevo en Aragón, no creían que fuera hereditario. Pero las razones no están del todo claras, como veremos. El siguiente heredero, es decir, el X Señor de Híjar, D. Juan Francisco Cristóbal Fernández de Híjar y Fernández de Heredia, sí que volvió a utilizar el título de Duque (segundo Duque de Híjar), que le confirmó el Rey Felipe II, y ya hicieron lo mismo todos sus demás descendientes hasta el actual titular del Ducado, D. Alfonso Martínez de Irujo (décimo octavo Duque de Híjar).
Volvamos ahora al IX Señor de Híjar, es decir, el segundo de los dos a los que, o no se les permitió, o no quisieron ser Duques. Se llamaba D. Luis Fernández de Híjar y Ramírez de Arellano. Nació en 1495, y en 1517 heredó el Señorío de Híjar. En su época ya existían constantes litigios por las aguas de riego del Río Martin, entre Híjar y Albalate. Está documentado que, junto a su gente, Don Luis mantuvo por este motivo fuertes altercados, incluso con armas, con los partidarios del Señor de Albalate, que era el Arzobispo de Zaragoza Don Juan de Aragón, quien le excomulgó. Era este Arzobispo un nieto ilegítimo del rey Fernando el Católico, y por lo tanto, era también pariente en segundo grado del Emperador Carlos I, quien tuvo que intervenir en 1522 para acabar imponiendo paz en este asunto, así como la absolución de D. Luis.
En 1517, D. Luis Fernández de Híjar y Ramírez de Arellano trajo a Híjar a los Franciscanos, y les entregó la Sinagoga judía, hoy llamada de San Antón, abandonada desde 1492, para que la habitaran temporalmente y la convirtieran en ermita. En 1519 les encargó la organización de la que llegaría a ser nuestra famosa Semana Santa. El Convento lo terminó y entregó a dichos frailes en 1524. Naturalmente, a su muerte en 1554, se le enterró en la Iglesia del mismo. Su sarcófago, como hemos visto, fue magníficamente tallado en alabastro. Es una maravilla de estilo renacentista, atribuida a Juan de Liceyre, que a su vez fue discípulo y colaborador del gran Damián Forment, uno de los mejores y más afamados escultores de todos los tiempos.
Si en la fotografía anterior de dicho sepulcro, ampliamos los detalles de su escudo de armas, comprobaremos enseguida que allí está la enseña familiar de los Fernández de Híjar (las barras de Aragón y las cadenas de Navarra, en 4 cuarteles), rodeada por una bonita guirnalda de flores y otros ornamentos. Pero D. Luis Fernández de Híjar no se consideraba Duque, sino Señor de Híjar; por lo que en lugar de sobreponer la Corona Ducal a su escudo, colocó orgullosamente la insignia del gran Rey de Aragón Jaime I el Conquistador, del que era descendiente. Este emblema consiste en un yelmo coronado por un murciélago, como vemos en la fotografía anterior. Fue este hombre un personaje muy interesante, de quien se hablará más extensamente en el artículo dedicado al Castillo de Híjar.
Una confirmación más de que este sepulcro perteneció a D. Luis Fernández de Híjar la tenemos en una fotografía del año 1902, tomada cuando aún no se había derribado el antiguo Convento. En ella se aprecia claramente la citada pared lateral del sepulcro, así como sus dos caras anterior y posterior, y otros fragmentos menores, dispersos por el suelo. También vemos que D. Florencio Jardiel señala con un paraguas la estatua yacente de un Caballero que viste una armadura, que lógicamene representaría al difunto D. Luis Fernández de Híjar y estaría colocada sobre su sepulcro. Lástima que se la vea algo rota y mutilada, porque es de suponer que sería de tan extraordinaria calidad como el resto de lo que se ha conservado. Desconozco cuál fue su paradero.
En 1902, las autoridades municipales comunicaron a los Duques de Híjar su decisión de demoler las ruinas del antiguo Convento, para que se hicieran cargo de las sepulturas de sus antepasados. No hubo respuesta. Los restos humanos fueron a la fosa común, y los restos escultóricos se vendieron por poco dinero. De esta forma salieron de Híjar y fueron a parar a sus actuales poseedores.
Cabe preguntarse qué otras Obras Maestras habría en el viejo Convento. Se sabe que la viuda de D. Luis Fernández de Híjar y Ramírez de Arellano, a su muerte en 1565 fue enterrada también en este Convento, y parece lógico suponer que su sepultura no desmerecería de la de su marido. Pero todo esto, ya sólo son simples conjeturas.
Desgraciadamente, el abandono forzoso y la desidia, arruinon el primer Convento. Y la quema intencionada, el segundo. Si no se efectúan pronto obras de consolidación de este edificio, habrá que decir adiós a un valioso monumento, muy querido y recordado por los hijaranos. El tiempo se encargará de ir acabando poco a poco con lo que aún queda en pie.
Autor : Enrique Garralaga Robres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario