viernes, 23 de octubre de 2015
ARAGON , SUS PUEBLOS , SUS GENTES . Autora : Maruja Collados .
Hijar, su tierra parda y seca siempre, sus calles empinadas y limpias, el viejo puente y el rio minimo… Los montes áridos, tierras oscuras solo con el verde opaco de los olivos en contraste con la vega y su colorido postal.
Un contraste hecho de gracia, de grandeza, de fuerza y delicadeza, donde todo es espontaneo, la flor , la hierba, el saltamontes, el caracol, el guijarro, el zarzal, el romero. Es como si de repente sorprenderíamos el silencio del corazón y a su compas renovase la vida su ritmo. Cada edad tiene su silencio y su lira. Recuerdo y paisaje se hacen una sola expresión. Bajo la lluvia del tiempo pasado aparecen rostros, caminos y los hechos y sabemos qué emoción tiembla o duerme en un hueco de nuestra alma. Pueblos tradiciones, costumbres, personajes…
Mi amigo Manuel, es un sabio del campo. Sabe el porqué del árbol que se tuerce, de la semilla que no germina, de la planta que se seca. Escucha el murmullo de la hierba, el rumor de las hojas y la voz del viento. De todo esto hablaba yo con mi amigo Manuel, una tarde seca y ardiente del pasado verano. Mi amigo esta triste frente a sus campos secos. Se ha perdido el cereal y le hería el alma el sol brillante y el firmamento azul, sin asomo de una nube.
A él le gusta la huerta dulce, que la azada artesana y el buen riego embellecen de tonalidades variadas. Yo le hablo de la tierra llana de secano, del áspero rastrojo, y de que hay en ella una belleza incomparable de los campos resecos con pastizal de oro. Y él no lo entiende. Y que los hombres de la llanura se han hecho con ella infinitos en sus ansias, serenos en sus pasiones, sin ambiciones que espolean la soberbía.
Y es que la tierra inocula el virus que contiene. Porque en la llanura alumbra el sol desde el mismo momento del naciente hasta el de su ocaso. La huerta mojada es como un lienzo multicolor, brillante. Pero son las llanuras las que hablan de inmensidad y grandeza. A ver por dónde anduvo Alonso Quijano. Hombres de tierra seca. Todo eso le digo a mi amigo Manuel, mientras el busca una nube en el cielo.
Hay también en Hijar, un grupo de jóvenes que han formado una asociación. Se llama Culturhijarte. Clases. Conferencias, conciertos, cultura en fin. Comenzarón seis y suman sesenta. Quieren transmitir lo que ellos han bebido en los libros de los grandes sabios, en el ejemplo de sus vidas, que conozcan la obra de Gracian, tan amarga y tan consoladora, también los libros de los grandes poetas, de los grandes escritores…
Hijar tiene también sus tradiciones de Semana Santa. Redobles de tambor, desfile de alabarderos, soldados romanos, fieles con velas encendidas derramando goterones de cera como lagrimas. Desfilan por calles con nombres antiguos, Cuesta de la Iglesia, Santa Rosa, Mosen Pedro Dosset…. Silencio solo roto por el bramar de los tambores, el sonido de las campanas y el templado grito de la trompeta de los alabarderos.
Y las fiestas patronales que culminan con el Rosario de Cristal, una de las expresiones populares más representativas del fervor que suscita la Virgen del Carmen y que esta formado por piezas de gran originalidad. Los faroles fueron realizados en 1900, en el taller de León Quintana. Se consiguió reunir los quince misterios. El tiempo y la guerra civil nefastos y muchas de esas piezas desaparecieron, pero se van recuperando.
Faroles y baturras con los trajes típicos. Ino Mosso recorrió kilómetros buscando telares que confeccionaran la tela de las faldas, con sus rayas de colores. Una fabrica accedió y se consiguieron metros y metros de tela, convertidos luego en las mismas faldas que lucieron nuestras abuelas. Y las baturras se multiplicaron en un alarde de belleza, colorido y tradición.
Hijar, sus calles y sus piedras doradas por el sol de la tarde. Yo he sentido más que visto, su color frente al derruido convento de los capuchinos, que mantiene enhiesta su portada, como un milagro. Si, todo es dulce y blanco. Como un verso gregoriano en piedra, como una ansia insatisfecha, no acabada. El tiempo, ante este espectáculo antiguo, se detiene y remansa en la eternidad, el pasado se hace porvenir, la puesta de sol se confunde con el alba .
Autora : Maruja Collados.
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